La carga de profundidad es la más antigua de las armas antisubmarinas. Usualmente es un objeto por lo general cilíndrico que contiene explosivos y un detonador fijado para activarse por presión hidráulica al alcanzar una determinada profundidad. Su uso primario es destruir submarinos sumergidos, y pueden ser lanzadas tanto desde buques como aviones.
Previo al lanzamiento, el buque o avión detecta al submarino en el área y estima la probable profundidad con el fin de ajustar las espoletas de las cargas a ese nivel para que tengan alguna efectividad. Sin embargo, se demostró en la Segunda Guerra Mundial que no era un arma muy efectiva, pues se requería una elevada concentración de cargas en una zona reducida o un repetido lanzamiento durante largos períodos de tiempo para ser realmente efectivas.
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